Autora: Blanca Sáez

El 30 de enero de 2019 mi compañero Álvaro Manrique y yo nos adentrábamos en una de las aventuras más enriquecedoras vividas hasta el momento. Estábamos en el aeropuerto de Barajas rumbo a Mozambique, donde realizaríamos nuestras prácticas internacionales solidarias dentro del programa de estudios de 2º MII en ICAI y de la mano de la Fundación Ingenieros ICAI. Después de tres meses allí, hemos vuelto con un gran aprendizaje a nivel académico, profesional y personal.

Prácticas en Mozambique

Son tantas las cosas que me gustaría compartir de esta experiencia, que resulta realmente complicado resumirlas en tan solo unos párrafos. Mi intención es, por tanto, contar brevemente en qué han consistido nuestras prácticas, mostrar por qué considero que es la opción más interesante de todas las posibles ofertas y, sobre todo, animar a todos aquellos que tengan la oportunidad de realizar este programa.

El gran desafío ha sido el enfrentarse solo ante un proyecto real, del cual eres responsable, el encontrarse con limitaciones por la falta de experiencia y conocimiento específico en la materia, dificultad para obtener información de las autoridades locales y su corrupción, la falta de planos de lo que había ya construido, el inconveniente de la mala conexión a Internet debido a la zona aislada en la que nos encontrábamos y entre otras, el transporte, siendo necesario en ocasiones, recurrir al auto-stop. La necesidad de avanzar en situaciones donde te encuentras con tantas dificultades, permite desarrollar ciertas competencias y habilidades esenciales tanto para sacar adelante tu objetivo como para tu futura carrera profesional.

La principal tarea consistía analizar la situación en ESIL, detectar los problemas y estudiar las posibles soluciones de ingeniería. Pronto descubrimos que el alcance del proyecto iba a ser mayor de lo pronosticado. Además de dimensionar un nuevo sistema de abastecimiento de agua para el consumo humano y el regadío de los cultivos y un nuevo sistema de placas fotovoltaicas, nos encontramos con la necesidad de proyectar un nuevo sistema de gestión de aguas residuales.

El estar allí como uno más y no como un turista, permite adentrarse en las vidas de sus habitantes, conocer sus costumbres y las condiciones en las que viven. Realmente viviendo con sus mismas limitaciones, es cuando se toma conciencia de la suerte que uno ha tenido de nacer en un país desarrollado como España. Actividades cotidianas, que muchas veces ni valoramos porque las hacemos sin realmente pensar en ellas, son todo un privilegio y un lujo, como por ejemplo, el encender la luz cuando se está a oscuras o el darse una ducha con agua limpia y caliente.

Animo a realizar este programa, ya que el alumno colabora en la mejora de las condiciones de vida de personas con pocos recursos, aplicando los conocimientos adquiridos durante la carrera. Además, se cumple un doble objetivo, cumplimentar los estudios y desarrollar el TFM, sumándole el hecho de enfrentarse a problemas, incluso superiores, a los habituales que se podrán encontrar en un futuro trabajo.

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